Las actividades de cara al mercado, las hemos desarrollado nosotros mismos permitiéndonos conocer las visiones de nuestros clientes y aliados, sus requerimientos y deseos. Es como poner los pies en tierra frente al mercado. En la interacción, agregamos valor creativamente. Es una actividad en “caliente”, que nos permite entender, validar, asociar y reaccionar oportunamente a los diferentes hallazgos. También realizar las conexiones, para ver tendencias que muchas veces son las que permiten dar brincos importantes en el proceso evolutivo de la empresa.
He notado, en muchos emprendimientos, que las actividades de cara al mercado usualmente las delegan en terceros, dando a entender que no tienen las habilidades comerciales y/o el tiempo para ejecutarlas. Estoy y sigo convencido que es un gran error. Nadie puede saber más del producto y/o servicio que el mismo emprendedor.
El hacer estas actividades tienen un valor inmensurable.
Así cómo encuentran el tiempo para diseñar y desarrollar el producto y/o servicio deberían hacer lo mismo con las actividades que dan los aprendizajes con el contacto con los clientes y el mercado. Si estas actividades se delegan desde el inicio en terceros, estos, no tiene las respuestas muchas veces, a peticiones inesperadas de un cliente potencial.
Es ese momento se pierden o se dejan de ver oportunidades, que pueden resultar en un viraje en el curso del negocio, o peor aún se cierran negocios que luego no son realizables quedando todas las partes insatisfechas destruyendo valor.
El encaje del producto con el mercado es una de los pasos más críticos de todo emprendimiento. Este aprendizaje busque siempre hacerlo usted mismo como líder de su organización.