Uno de los grandes desafíos de todos los países es la generación
de nuevos puestos de trabajo. Cada vez que leo noticias de diferentes partes
del mundo, la petición recurrente del ciudadano es solicitar a sus gobernantes
de turno espacios para el trabajo. Es una de las inquietudes a resolver. Con
toda razón, países, tienen estrategias claras para atraer nuevos emprendedores
que quieran instalarse en su territorio, dando facilidades para su
implementación (permisos de trabajo, facilidades, capital entre otros) con la
condición de jalonar nuevos puestos de trabajo.
Una mirada al tema es desde la perspectiva de la innovación. Esta tiene
varios sabores, principalmente tres: uno enfocado a dar brincos pequeños o
radicales en la línea de la sostenibilidad de una organización en su línea de
negocio. Este lo identificaremos como innovación de sostenibilidad. Crean
pocos nuevos puestos de trabajo y demanda capital limitado. Luego viene la innovación de optimización, es la que busca
hacer eficiente y efectiva la gestión organizacional. Buscan implementar, las
llamadas mejores prácticas. Es hacer los productos y/o servicios a mejor costo.
Por su naturaleza, reduce puestos de trabajo y libera capital. La otra gran
categoría es la llamada innovación
disruptiva, la que plantea llevar al mercado una nueva propuesta de valor
al mercado. Usualmente esta propuesta de valor se representa en un producto y/o
servicio mas simple, barato y conveniente. La innovación disruptiva abre
espacio para nuevos puestos de trabajo y demanda capital. En muchos de los casos,
son implementadas con un grupo de personas aparte de la organización existente.
Muchas empresas invierten el capital en seguir optimizando y
generando márgenes de utilidad atractivos y de corto plazo en su retorno. En la
medida que la apuesta de los líderes de las organizaciones hacia la disrupción no
se de, el circuito virtuoso no logra la sinergia y es uno de los dilemas a
resolver del sistema. Muchos de los emprendedores pidiendo capital para su
desarrollo y el capital buscando los pocos seguros y efectivos negocios. Las
métricas financieras sobre como medir el impacto del uso del capital ha creado
una encrucijada que termina negando hacer inversiones en innovaciones
disruptivas por el riesgo que embebe. Y esta lógica es peligrosa para el
desarrollo y prosperidad de una nación.